Quiero compartir un resumen, mi opinión y algunos comentarios del libro “Los cuatro acuerdos” a pesar de que el libro no está pensado específicamente para emprendedores, creo que puede aportarnos mucho.
¿Cómo funciona nuestra mente?
El libro comienza con una interpretación de algunos mecanismos mentales, que si bien desde mi perspectiva es un poco simplista, me pareció un enfoque interesante y acertado, principalmente como introducción y fundamento para los cuatro acuerdos que explica a continuación.
Los sueños
El libro plantea que nuestra mente funciona en una especie de sueño (incluso cuando estamos despiertos), ese sueño es una metáfora de nuestras percepciones y nuestra forma de entender el mundo, nuestras expectativas.
Incluso existen sueños colectivos de familias, ciudades, empresas, etc.
Soñar, entendiendo el suelo en este contexto como percibir el mundo de una forma más compleja que lo concreto y real, es una capacidad de los humanos. Y desde que somos bebés se nos “induce” a soñar con uno de los sistemas más potentes de nuestra mente: El sistema de recompensas que funciona con premios y castigos.
“Tu no escogiste tu lengua, ni tu religión, ni tus valores morales: ya estaban ahí antes de que nacieras.”
En mi opinión, este “sueño” es necesario para funcionar como sociedad, y es en parte la cultura que tenemos.
Planteado esto, el libro va un poco más allá y explica que la forma de ingresar o modificar un sueño en nuestra mente es en base a nuestras creencias.
“De niños no tuvimos la oportunidad de escoger nuestras creencias, pero estuvimos de acuerdo con la información que otros seres humanos nos transmitieron del sueño del planeta […] Los niños creen todo lo que dicen los adultos.”
El autor llama a este proceso: “La domesticación de los seres humanos”.
El juez de la mente
“El ser humano es el único animal que paga miles de veces por el mismo error.”
Básicamente porque nos juzgamos y nos castigamos en nuestra mente por los errores que cometemos, por no ser perfectos. Otro punto que me parece muy interesante para los emprendedores (siempre digo: no busques la perfección, porque no existe, buscá la excelencia, mejorar constantemente).
Este juez, nos gobierna a base de miedo, miedo de equivocarnos, de no cumplir nuestras expectativas (o las que otras personas colocaron en nuestra mente).
Y el mayor miedo que controla nuestras mentes, no es el miedo a la muerte, si no el miedo a estar vivos. PUM! Sorpresa. No me esperaba ese giro, a ver de que se trata…
El miedo a estar vivos está dado principalmente por las exigencias que otros colocaron en nuestra mente, en las que decidimos creer y generan autoexigencias que nos castigan repetidamente, nos generan miedo a no ser aceptados y no nos permite SER y expresar lo que realmente somos.
“Vivimos pensando en cómo nos verán y eso nos impide ser genuinos.” esta frase es mía (o por lo menos no la transcribí del libro…
El problema es que nadie es perfecto, pero tenemos un sueño de ser perfectos para agradar, entonces nos rechazamos a nosotros mismos porque no podemos perdonarnos no ser perfectos. Personalmente creo que esto es un poco forzado y no aplica en igual grado a todas las personas, pero de todas formas es una mirada interesante para conocernos un poco más.
Este párrafo tal vez es un poco difícil de entender, leelo y seguí adelante, no lo sobreanalices: Creo que las redes sociales capturan esto muy bien y lo usan a su favor, nos permiten crear realidades ficticias, en forma de muro o feed, donde podemos mostrar una vida cuasi-perfecta, muy distinta y distante de la realidad y eso nos genera adicción. Ver otras vidas cuasi-perfectas y construir nuestra imagen virtual de nuestra vida como un reflejo al sueño de nuestras mentes.
La víctima
Así como existe el juez, también existe la víctima que sería como la posición en la que nos ponemos cuando nos autoflagelamos después de que el juez detectó un error, detectó que no somos perfectos y que otros pudieron notarlo.
Acá me permito disentir con algo que plantea el libro: “[…] nadie nos maltrata más que nosotros mismos […] Es cierto que algunas personas dicen que su marido o su mujer, su madre o su padre las maltrató, pero sabemos que nosotros nos maltratamos todavía más”.
Creo que esto aplica en muchos casos, pero hay marcadas excepciones de maltratos y abusos en los que no coincido para nada con el autor.
Hecha esta introducción el autor plantea algo similar a esto: Tu vida es un sueño basado en los acuerdos que aceptaste y que formaron tus creencias. Si quieres “despertarte” de ese sueño y ser más genuino (en vez de actuar para agradar a otros), tengo cuatro acuerdos muy potentes para este fin. No va a ser fácil adoptarlos, pero si lo logras “tu vida se transformará de una manera asombrosa”.
¡Vamos a los acuerdos entonces!
El primer acuerdo: Sé impecable con tus palabras
La palabra clave es impecable.
Personalmente es el acuerdo que más me gusta, junto con el cuarto, y se basa en un doble sentido incluido en “sé impecable con tus palabras”.
Por un lado se refiere a elegir las palabras correctas, hacer el esfuerzo para buscar las mejores palabras para representar lo que quieres decir y nunca decir cosas en contra de ti mismo.
Por otro lado está el pecado (in-pecable: sin pecado). Aprovecho este momento para comentar que el libro tiene un leve viés religioso, que personalmente no me molestó demasiado porque no profundiza en estas cuestiones.
Con “sin pecado” se refiere a que tus palabras son una fuerza de expresar, comunicar, pensar y actuar que mal usadas pueden destruir(te).
Las palabras son poderosas, nunca las uses tus palabras en tu contra, ni contra otros.
“La mente humana es como un campo fértil en el que continuamente se están plantando semillas. Las semillas son opiniones ideas y conceptos. Las palabras son como semillas.”
Para demostrar el poder y del mal uso de las palabras el autor de como ejemplo a Hitler que “sembró semillas de miedo” y crecieron y consiguieron una destrucción masiva.
Las palabras son una especie de hechizo, que se refuerza con el tiempo por los mecanismos que vimos anteriormente. El libro varios ejemplos interesantes, voy a crear uno que conjuga algunos incluidos en el libro:
Cuando somos niños (durante nuestra “domesticación”), tendemos a creer en lo que nos dicen, principalmente lo que nos dicen nuestros padres y hermanos sin pensar demasiado en el efecto que pueden tener estas palabras y estas forma nuestro sistema de creencias.
Si alguien le dice a un niño “que tonto eres!”, “no entiendes nada”, el niño lo escucha y se cree que es tonto, mientras mantenga ese acuerdo, creerá que es tonto, estará bajo ese hechizo y su juez lo castigará por ser tonto.
Es un acuerdo muy difícil de romper y probablmente te lleve a hacer muchas cosas para convencerte de que eres tonto. Te encontrarás diciéndote a ti mismo “me gustaría ser inteligente, pero debo ser tonto, porque si no lo fuera, no habría hecho esto.”
Pero un día alguien capta tu atención y con palabras te hace saber que no eres tonto. Crees lo que esa persona dice y llegas a un nuevo acuerdo. Como resultado dejas de sentirte y actuar como un tonto, se rompió el hechizo.
Si por el contrario alguien te dice “Eres la persona más tonta que conocí en mi vida”, el acuerdo se verá reforzado y se volverá más fuerte.
Otra cosa que me gusta de este acuerdo es que dice que los chismes son malos. Siempre los odié y espero poder mantenerme lejos de ellos.
El segundo acuerdo: No te tomes nada personalmente
No sos el centro del mundo.
Si nunca vista la película “The Truman Show”, mirala. Si la viste y te sentís identificado, es normal. Pero no es la realidad, los demás no están pensando todo el tiempo en ti ni hacen las cosas en función tuyo.
Cada persona está en su mente, o en su sueño, y actúa en su propia película de la que es protagonista.
Si alguien te dice “Que tonto sos”, no te lo tomes personalmente. Seguramente esa persona no te conoce y tal vez te lo dice porque ella se siente así.
Cuando alguien te dice algo, y te afecta, es porque hay algo dentro tuyo que no tienes del todo resuelto y hace que ese comentario te moleste.
Cuando te dices algo a ti mismo, no te lo tomes personalmente. Muchas veces la mente se habla a sí misma, se juzga, se castiga, se victimiza y está influida por el entorno y por el proceso de domesticación.
Incluso si te dicen algo positivo, no te lo tomes personalmente, la persona lo dice desde su propio sueño, desde su subjetividad. Si alguien te dice que eres genial, no lo dice por ti, si ya sabes que eres genial, no necesitas que otros te lo digan para creerlo.
No tomarse las cosas personalmente te permite estar más liviano por la vida y por el mundo. Te permitirá liberarte de la adicción al sufrimiento. Y te permite amar con mayor facilidad. Además te evita muchas broncas y malos momentos.
Es difícil hacerlo, pero si lo logras que las palabras no te afecten en ese sentido, es muy placentero.
El tercer acuerdo: No hagas suposiciones
Para mi, este acuerdo tiene que ver con algo que me obsesiona: los prejuicios.
Muchas veces nuestra mente, nuestro propio sueño, nos hace pensar que las cosas son así por un determinado motivo y existe la opción de que sea cierto, pero también es posible que no sea por eso.
Suponer es asumir que estamos en lo cierto, y la verdad es que sabemos muy poco para acertar en nuestros pensamientos.
Es muy difícil entender porqué las personas actúan como actúan, incluso quien actúa a veces no sabe muy bien el porqué. ¿Por qué nosotros lo sabríamos?
El origen de las suposiciones es que la mente quiere entender todo, no asume que no puede, entonces cuando hay algo que no puede entender, hace suposiciones, y nosotros tendemos a creerlas.
Si supones que otra persona sabe lo que piensas, probablemente no es así. Y evitar suponerlo te ahorrará problemas.
Hay una frase sobre las relaciones que me gustó mucho en este capítulo:
“Si me amas tal como soy, muy bien, tómame. Si no me amas tal como soy, muy bien, adiós. Búscate otro.”
La mejor manera de evitar las suposiciones es preguntar. Si no entiendes algo, ten el valor de preguntar. Una vez que escuches la respuesta, no tendrás que hacer suposiciones porque sabrás la verdad.
El cuarto acuerdo: Haz siempre lo máximo que puedas
Este acuerdo es muy importante porque permite que los otros tres se conviertan en hábitos.
Siempre haz lo máximo que puedas.
Ten en cuenta que lo máximo que puedas no será lo mismo en distintos momentos, estamos en constante cambio y no somos máquinas, tu rendimiento es cambiante.
Si intentas esforzarte demasiado para hacer más de lo que puedes, gastarás más energía de la necesaria y al final no será suficiente.
Si haces menos de lo que puedes, tendrás frustraciones, juicios, culpas y reproches.
Hay un caso que me pareció divertido en este capítulo:
Un hombre fue a un templo budista, encontró a un maestro y le preguntó:
- “Maestro, si medito cuatro horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?”.
- “Si meditas cuatro horas al día, tal vez lo consigas dentro de diez años”. – respondió el maestro
El hombre, pensando que podía hacer más, le preguntó:
- “Maestro, y si medito ocho horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?”
El maestro lo miró y le respondió:
- “Si meditas ocho horas al día, tal vez lo lograrás dentro de veinte años”.
- Pero ¿por qué tardaré más tiempo si medito más?
- No estás aquí para sacrificar tu alegría ni tu vida. Estás aquí para vivir, para ser feliz y amar. Si puedes alcanzar tu máximo nivel en dos horas de meditación, pero utilizas ocho, sólo conseguirás agotarte, apartarte del verdadero sentido de la meditación y no disfrutar de tu vida…
Si haces lo máximo que puedas, vivirás con gran intensidad. Serás productivo, y bueno contigo mismo.
Cuando haces lo máximo que puedes, no hay oportunidad de reproche y aprendes a aceptarte.
Entonces: ¿eliges respetar los cuatro acuerdos?
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